Capítulo 77-Lina

Me cambio la camisa por una camiseta de manga larga y busco una chaqueta de cuero negra, salgo de la habitación tratando de hacer el menor ruido posible, bajo por la mirando escalera hacia la sala, para ver que no me vea nadie, y me encamino hacia la cocina para salir por la puerta de atrás.

Llego al auto y agradezco en silencio al que inventó las llaves de repuestos, para los que se las olvidan; yo no me las olvidé, las tiene Alex, ya que él fue quien me trajo desde la casa de mi mamá. Lo único que espero es que este idiota me lleve con mi hija, o al menos hable, porque lo mato sin pensarlo dos veces.

La casa está a oscuras, debe estar durmiendo, eso me lo hace más fácil; localizar con la guardia baja me va a facilitar el sacar información. Voy por la puerta de atrás a buscar la llave extra, espero que todavía la deje escondida en el mismo lugar, a pesar de mi intromisión de la vez pasada.

¡¡Bingo!!

—El muy idiota todavía deja la llave acá.

Entro sigilosamente y no lo veo por ninguna parte, camino hacia su cuarto, abre la puerta con cuidado y espero unos segundos a que mis ojos se acostumbren a la oscuridad. Puedo sentir su respiración tranquila, eso quiere decir que duerme. Me acerco a él y diviso en su mesita de noche que está su arma, la tomo y me la guardo en la cintura. Me arrimo al interruptor de la luz, la prendo y al instante salta de la cama tratando de tomar su arma de la mesita de noche.

¿Buscas esto? —pregunto con sorna, mostrándole su arma.

—Otra vez no —masculla, negando con la cabeza.

— ¿Dónde está? —Voy directo al grano.

— ¿De qué carajos hablas ahora? —pregunta irritada, una vez que se sienta sobre la cama.

—Dany y mi hija.

—No lo sé —responde. Voy a tener que ser más hostil, ya que no le creo nada.

—Bien, Rafa; hoy me encuentro más indulgente, así que voy a darte dos opciones —Él se limita a mirarme—. Uno: me dices por las buenas, rápido y sencillo, dónde están; o dos: te saco las respuestas como yo sé hacerlo —Niega con la cabeza y muestra una media sonrisa.

—Yo no sé nada, ya te lo dije —Al parecer, eligió la segunda opción. Le tiro el par de esposas, que golpean su pecho.

—Póntelas —mando, apuntándolo con su propia arma.

—Estás loca —espeta.

—Ahora, no tengo toda la noche —ordeno, sacándole el seguro al arma—; contra el respaldo de la cama —indico cuando veo que piensa ponérselas solo en sus manos.

Hace lo que le pido y me acerco a él con cuidado, para esto saqué la pistola eléctrica que había agarrado de mi casa. Él me mira sin saber lo que voy a hacer, hasta que con sus ojos repara en el artefacto y se da cuenta a dónde apunta la misma.

—No hagas e... ¡¡Ahhhh!! —grita, después de que con la pistola eléctrica disparo sobre sus testículos. Al dejarlo indefenso saco otro par de esposas, agarro su mano libre y el esposo en el respaldo de la cama.

—Ahora, empieza a hablar.

—Ya te dije que no sé nada, no sé... ¡Ahhh! —Vuelvo a electrocutar sus bolas.

—Me estoy quedando sin paciencia, Rafa.

—Es que no lo... ¡Ahhhh!

—Te voy a dejar estéril, imbécil, es mejor que hables. Aunque, pensándolo bien, voy a hacer un bien a la humanidad si no te reproduce —digo, y saco el gas pimienta echándole en los ojos. Otra vez grita y maldice.

—Voy a matarte, hija de puta —amenaza entre dientes.

—No estás en posición para amenazar —Vuelvo a electrocutarlo, esta vez en una tetilla.

—No sé nada, y si lo supiera, no te lo diría, ¡loca de m****a!

No deja de gritar y yo vuelvo a sus testículos. Creo que voy a estar un buen rato en esta puta habitación.

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