Everly sale envuelta en la misma cazadora con la que andaba desde el día anterior en la mañana. Eiríkr había mandado a traerle ropa, pero ella no sabía aun eso, solo le había pedido el darse una ducha caliente.
—Vamos a mi departamento, ahí podrás quedarte. Tengo una habitación para invitados y estarás a salvo —dice él con la esperanza de que ella acepte.
—Está bien, gracias, Eiríkr… y a tu hermana, también dile que dije que muchas gracias —pide atropellando todas las palabras mientras intenta salir por su propio pie de urgencias junto a él.
No quiere que él la vea débil, ni tampoco quisiera tener que acceder a la ayuda que él le da. Ella le había dicho que todos tenían un precio en voz alta, pero no le confesó que, al hacerlo, se sintió horriblemente mal. Es cierto que no conoce sus intenciones, pero también es cierto que ella le oculta una verdad que no quiere que se sepa.
Durante todo el trayecto, el silencio se instala en el SUV, que, aunque de lujo, no deja de incomodar a Everly,