C138: No eres una humana común.
El aire en la habitación era casi tan frágil como el cuerpo de Somali. Afuera, el bosque seguía latiendo con su vida salvaje, con los murmullos del viento entre las hojas y el canto de las aves que aún no comprendían la urgencia que se había instalado en el corazón de la manada.
Dentro de esas cuatro paredes, el tiempo parecía caminar con los pies descalzos, arrastrando cada minuto como una carga pesada, como una amenaza invisible.
Somali se mantenía recostada, con la piel pálida y los ojos entrecerrados. Respiraba con lentitud, como si cada bocanada de oxígeno le costara un esfuerzo titánico.
Dorian estaba junto a ella, en silencio, sentado en una silla que se había convertido en su puesto de guardia desde hacía semanas. No dormía mucho, apenas comía, y la sombra bajo sus ojos lo evidenciaba. Su atención, sin embargo, se volvió hacia la figura que entró sin necesidad de anunciarse.
Zeira caminó hasta la cama, trayendo consigo algo más que medicamentos. Sus manos sostenían unos papele