Los días de dolor y lucha quedaron atrás, pero sus huellas aún eran visibles en la memoria de todos. Después de la cesárea, de los momentos críticos donde la vida de Somali y su hijo Iván pendieron de un hilo, la manada entera parecía respirar con más tranquilidad.
La recuperación no fue rápida, ni sencilla. Fue un proceso largo, marcado por silencios, miradas llenas de incertidumbre y, finalmente, sonrisas genuinas que volvían a dibujarse lentamente en los rostros de quienes tanto habían temido perder a su Luna.
Somali, aunque frágil durante los primeros meses, comenzó a ganar fuerza poco a poco. Su cuerpo, que había sido llevado al límite, ahora mostraba señales de recuperación gracias al descanso constante, las medicinas naturales y el afecto de su familia.
Saphira y Zeira se turnaban en sus visitas, asegurándose de que no solo el cuerpo de la Luna sanara, sino también su espíritu. Dorian, por su parte, jamás la dejó sola. Si bien tenía asuntos que atender como Alfa, siempre encont