C137: No puedes ser tan egoísta.
El silencio entre ellos no era paz. Era el tipo de silencio que se arrastra como un eco después de una discusión, como un fuego que parece extinguirse pero sigue ardiendo en el fondo.
Somali respiraba con dificultad. Su cuerpo estaba agotado, su energía drenada, pero su mente no podía aquietarse. Seguía pensando en las palabras de Dorian, en lo que había dicho antes, en lo que no estaba dispuesto a permitir.
—¿Tú entiendes lo que estás diciendo... verdad? —ella rompió el silencio.
Dorian alzó la vista y la miró. Quiso tocarle la mano, pero esta vez no lo hizo. Algo en la mirada de Somali lo detuvo.
—Sí, lo entiendo. Y no me retracto —respondió, con ese tono bajo y contundente que usaba cuando ya no había vuelta atrás.
Somali apretó la mandíbula, intentando reprimir las lágrimas y el enojo.
—Estás hablando de mi hijo, Dorian. De nuestro hijo. ¿Cómo puedes siquiera considerar...?
—Estoy hablando de ti también —la interrumpió—. ¿Cómo puedes pedir que te vea morir sin hacer nada?
Ella int