La vida de Grecia ha sido difícil, pero nunca se ha dado por vencida, con altibajos y contratiempos nada la detiene, un día conoce a alguien especial con quien cree poder ser feliz. Todo empieza a salir mal cuando él vuelve… Emmanuel un hombre traicionado por la mujer que más amo debe volver a su ciudad natal y enfrentar su doloroso pasado. Se da cuenta que ella vive feliz y no puede soportarlo haciéndole la vida difícil. Secretos del pasado y verdades ocultas salen a la luz haciendo su destino un juego.
Leer másDiez de la mañana, Suite del Hotel Victoria al Norte de México…
Una mujer abrió poco a poco los ojos tratando de ajustarse a la luz que entraba por la ventana, ella parpadeó varias veces, tenía un fuerte dolor de cabeza, un sabor amargo en su boca y los labios resecos, al sentarse notó que no llevaba ropa, giró su mirada hacia el otro lado de la cama, tratando de recordar qué había sucedido, fue cuando se encontró un hombre dormido boca abajo desnudo.
Ella se asustó en el momento, empezó a hiperventilar, busco su ropa por el lugar, pero no había nada, ni siquiera la del hombre.
El hombre empezó a moverse, tenía el mismo estado que la mujer, trató de incorporarse apretando su cabeza. Con los ojos entrecerrados observó a la mujer a su lado. “¿Qué...?” Desorientado la reconoció, pero no el lugar.
Ella se levantó cubriéndose con una de las sábanas. Estaba a punto de hablar con el hombre en la cama sin embargo no tuvo oportunidad, la puerta se abrió, un joven estaba de pie mirándolos. Caminó lentamente hasta ellos mientras apretaba sus puños. Una chica más joven venía detrás, entró en silencio mirando a la pareja en la cama. Hizo un gesto de asombro y susurro. “Hermano… Ellos...” Se cubrió la boca guardando silencio.
El hombre que acababa de llegar ignoró a su hermana y sobresaltado bramó. “¡¿Cómo pudiste?!”. Gritó con todas sus fuerzas, su pecho subía y bajaba, la mujer empezó a negar con la cabeza. “No es lo que crees”. Ella intentó explicar.
El hombre furioso se acercó a ella tomándola del cuello, empezó a apretar con fuerza dejando marcas rojas en la piel. “¡¿No es lo que creo?!” Ella podía ver como los ojos del hombre ardían de furia. “¡Estás aquí desnuda con otro hombre! ¿¡Qué rayos me vas a explicar?!”.
Ella lloraba, le dolía el cuello, aunque mucho más era la angustia que sentía, las palabras se quedaban atoradas en su garganta sin poder salir, el hombre de la cama se levantó rápidamente amarrándose la sabana en la cintura, había buscado su ropa sin embargo no estaba por ningún lado. “¡La estas lastimando!”. Agarró el brazo del hombre para que soltara a la mujer que estaba perdiendo el aire.
Furioso el hombre de traje soltó a la mujer para irse contra el hombre semidesnudo propinándole un puñetazo con mucha fuerza, este cayó al suelo mareado, la mujer estaba muy asustada quiso intervenir para que no pelearan. “¡No!”. Ella intentaba tomar su mano, pero él la atrapó primero apretando su muñeca.
El hombre se burló. “¡Vas a defender a tu amante!”. Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, ese odio se convirtió en mucho dolor. “¿Por qué me hiciste esto? Te amaba, lo di todo por ti”.
“Emanuel… Por favor…” Ella suplicante negaba. “Yo…no…” Las palabras se quedaron atoradas en su pecho, ella todavía estaba desconcertada por toda la situación. Trató de acercarse a él para calmarlo sin embargo la lanzó haciéndola caer y con un gran alarido se escuchó retumbar toda la habitación la voz del hombre. “¡No quiero volver a verte en toda mi vida!”. Ella abrió mucho los ojos, lo estaba perdiendo. “¡No! ¡Emanuel!”.
Emanuel salió de la habitación, la mujer que lo acompañaba la miró en silencio y salió detrás de Emanuel.
Asustada ella tomó la sábana que la cubría y salió para alcanzarlo, pero fue inútil, ya había subido al elevador. “¡Espera! ¡Emanuel!”. Se dejó caer al pie de las puertas cerradas llorando desconsolada, dos empleados la miraban en silencio hablaban en voz baja entre ellos juzgando toda la escena y el cómo estaba semidesnuda.
Años después…
En el norte de México, Monterrey.
Universidad Antulio Alarcón. Famosa en la ciudad por su equipo de fútbol americano y porristas, estos han traído a la escuela sin fin de premios y campeonatos, tienen el mejor plan de estudios y asociaciones con empresas de alto nivel, que contratan a los egresados inmediatamente después de graduarse.
El lugar es un gran complejo, se construyeron edificios modernos y elegantes con un toque de antigüedad, la escuela fue fundada por el señor Antulio hace ya más de 25 años y ha ido creciendo de acuerdo con las necesidades del alumnado y docentes. Ahora tiene una gran área que está formada por dormitorios, aulas, canchas deportivas y gimnasios entre otros edificios para la cultura y bellas artes.
Es otoño, estación del año cuando el equipo de los Centuriones entrena más duro, los juegos finales de la temporada están por llegar, en la mitad de la cancha se preparan para su próximo juego, vestidos con uniformes en naranja, negro y blanco, los miembros del equipo practican las jugadas que tenían como finalidad para ganar de nuevo el campeonato como en años anteriores, eran los mejores en todo el país y traían del extranjero muchos premios.
La gente los amaba, los fanáticos seguían cada movimiento de los jugadores comprando todo tipo de souvenir y camisetas cada temporada, los patrocinadores eran las mejores empresas nacionales, todos querían que pareciera en el uniforme el logo de su negocio.
Se escuchaba el rechinar de los tacos cuando corrían y frenaban para poder anotar, sus cuerpos sudados chocaban en cada jugada mientras el entrenador y su gente pensaban y buscaban estrategias para poder anotar a su contrincante.
No estaban solos, a la mitad de la cancha entrenaban también el equipo de las estrellas, eran las animadoras del equipo de los centuriones, también eran muy famosas y llegaban a traer premios de concursos internacionales.
Las estrellas eran comandadas por la capitana Grecia Medina, una mujer de 24 años, alta, delgada, de cabello castaño oscuro y piel blanca, sus ojos cafés vigilaban la cancha, había sido la encargada de traer premios por más de 5 años consecutivos, amaba su trabajo y se dedicaba a entrenar a todas las animadoras con mucha dedicación.
Ella desde la primera grada observaba con una mirada seria como la capitana Doris Valdez les remarcaba los pasos correctos a las estrellas, cada una y cada movimiento era examinado con cautela, cualquier detalle o mal paso era seguro que ella lo detectaba.
La noticia de la muerte del señor Antulio cayó como una bomba. Nadie podía creerlo. Aunque ya era un hombre mayor, se veía fuerte y lleno de vitalidad. Sin embargo, un repentino ataque al corazón lo fulminó una tarde, tomando a todos por sorpresa.El velorio fue grandioso y elegante. Personalidades de gran renombre se hicieron presentes para rendirle un último homenaje y despedirse de él con respeto.Grecia y Doris permanecieron unos minutos entre la multitud. Desde el rincón apartado en el que se encontraban, podían observar a la familia Alarcón. El señor Gustavo saludaba cordialmente a los asistentes; Farid, con semblante serio, sostenía a su madre, visiblemente abatida; Jimena sonreía con tristeza, sintiéndose en el centro de todas las miradas y Emanuel, de pie junto a su madre y su hermano, parecía un roble: erguido, con el rostro sombrío y la mirada perdida entre la multitud.Grecia lo miraba con un profundo dolor en el corazón. Deseaba estar con él, abrazarlo, consolarlo… pero sa
El anciano resopló. “No me involucraré en este asunto. Ya eres mayor y tomas tus propias decisiones”.Salió de la habitación con la incertidumbre de lo que depararía el futuro.Fin del recuerdo…Y ahora estaba sucediendo. Gustavo, su hijo, había causado la partida de Emanuel. Para él, Emanuel era el próximo sucesor de la escuela… ¿Cómo podía irse? Además, Jimena había sido criada de una forma que no la preparaba para asumir un compromiso tan grande. Ni su carácter ni sus aptitudes eran suficientes. Farid, por su parte, era más relajado; no le atraía el mundo de los negocios ni la gran responsabilidad que eso implicaba.Su asistente entró con unas carpetas. Empezó a leer: cada una era un informe sobre Grecia, su vida, su familia, lo que hacía, comía… todo. Al final, le informó. “La señorita Medina todavía está embarazada”.Un sentimiento indescriptible se formó en el corazón del anciano. Observó cómo su mano temblaba. Sabía que le quedaba poco tiempo.Grecia había regresado a las prácti
Grecia despertó en una habitación del hospital. La luz tenue iluminaba el rostro de Doris, quien cabeceaba de cansancio en una silla cercana. Al sentir que Grecia se movía, Doris se despertó de inmediato.“¡Grecia!”. Exclamó aliviada. “Voy a llamar al doctor”. Salió corriendoUnos minutos después, el médico entró y revisó el estado de Grecia. “Estarás bien, eres fuerte”. Aseguró con una sonrisa amable. “Solo tienes algunos golpes y una fisura en el brazo que sanará en unos días. El collarín lo llevarás por un tiempo, pero es temporal”.Grecia lo miró fijamente, la preocupación reflejada en sus ojos. “¿Y el bebé?”. Preguntó con voz temblorosa, tenía tanto miedo de que le dijeran que ya no estaba.Doris frunció el ceño, sin entender a qué se refería.El doctor sonrió levemente. “Milagrosamente, está bien. Solo necesitas reposo por unos días y revisiones periódicas para asegurarnos de que todo marche bien durante el embarazo”.Grecia suspiró, aliviada. El doctor estaba a punto de retirar
Grecia, sin poder hablar, sintió un nudo en la garganta. Esto era lo que el señor Gustavo le había advertido. Tomó una de las fotos y la examinó. Eran perfectas, mostraban a los chicos en una fiesta, todos con vasos y cigarrillos, algunos usando sustancias ilegales, en todas las fotos aparecía Eduardo.Cerró los ojos y asintió. “Haré lo que pueda”. Murmuró.Por la noche, Luis la buscó. Grecia agotada, lo miró con tristeza. Luis se acercó junto con Doris. “¿Estás bien?”. Preguntó su amiga.Grecia miró a Luis cambiando de tema. “¿Cuándo es tu vuelo?”.“Mañana por la mañana”. Respondió él.Ella fue tajante. “Tienes que irte”.Luis se negó. “Debo hablar con Emanuel. Tengo que explicarle”.“No puedes... Si lo haces, mi hermano sufrirá”. Lo interrumpió. Sus lágrimas empezaban a deslizarse por su rostro.Doris y Luis la miraron confundidos. “¿Qué?”. Preguntaron al unísono.Grecia les explicó con dolor la amenaza del señor Gustavo y lo que podría ocurrirle a Eduardo y a Luis si no se alejaba d
Emanuel observó los elevadores y frunció el ceño. Caminó con paso firme hasta la recepción. “Señorita, ¿cuál es la habitación de Luis Hernández?”.“Lo siento señor, pero no podemos dar información sobre nuestros clientes”. Respondió la recepcionista de manera incisiva.Emanuel entrecerró los ojos, sacó su teléfono y marcó un número. Minutos después, la recepcionista recibió una llamada. Al escuchar, levantó la mirada hacia él. “Entiendo, señor”. Dijo, colgando y buscando en su computadora. “El señor Luis Hernández está en la habitación 906”.Emanuel no dijo nada. Dio media vuelta y corrió al ascensor; Jimena lo siguió en silencio, saboreando el espectáculo que estaba por comenzar.Al llegar al piso, Emanuel se dirigió directamente a la habitación. Sin dudarlo, le dio una patada a la puerta, abriéndola de golpe. Lo que vio lo dejó mudo: Grecia y Luis estaban desnudos en la cama, tratando de cubrirse torpemente con las sábanas. El aire se tornó pesado, irrespirable. Era Grecia, su novi
La cerradura giró y se escuchó la puerta abrirse. Emanuel entró, dejó las llaves sobre la mesita, se quitó el saco y murmuró con tono cansado: “Hola”.Se dejó caer junto a ella, recostando la cabeza sobre sus piernas. Grecia acarició su cabello, masajeando lentamente sus sienes.Emanuel suspiró con alivio. Su cuerpo se relajó casi al instante. “Estamos en finales, y en la oficina hay una locura de trabajo”. Comentó, cerrando los ojos.Grecia sonrió levemente y siguió acariciándolo. “Debe ser muy duro”. Ella quería hablarle de su padre. Llevaba días muy grave y necesitaba estar en el hospital, pero al ver el cansancio de Emanuel, lo guardó para sí.Él se incorporó lentamente, quedando sentado frente a ella. La miró a los ojos con seriedad. “Grecia, por más ocupado que esté, si algo te molesta o te pone en una situación difícil, tienes que decírmelo. Estoy aquí para ayudarte”.Ella le sonrió con ternura y lo abrazó con fuerza. “Lo sé. Gracias”Sus labios se encontraron en un beso len
Último capítulo