Por la tarde Jimena visitó a su padre. “Estoy decidida papá, quiero a Noa para mí”.
El señor Alarcón tenía curiosidad. “No crees que eres muy joven para eso”.
Jimena defendió su sentir. “Es el indicado para mí, se convertirá en el mejor mariscal de campo del país y yo seré su futura esposa”.
El hombre se río de las ocurrencias de su hija, se acercó dándole un abrazo. “Será como mi princesa quiere”.
Noa apareció en la puerta de Grecia, ella dejó que entrara. “¿Por qué te fuiste de la fiesta?”. Preguntó Noa caminando por la sala.
Grecia avanzó detrás de él, invitándolo a sentarse. “Estaba cansada”.
Le explico. “Lo de anoche… el señor Alarcón me pidió que aceptara a su hija como acompañante, no pude negarme, espero no te hayas molestado”. Noa no quería malos entendidos con Grecia.
Grecia lo escuchaba atenta.
Él acortó la distancia tomando sus manos. “Todo lo que hago en este momento es para nosotros, es… solo… formalidades, pronto podremos estar juntos y decírselo a todos, estarem