Grecia despertó en una habitación del hospital. La luz tenue iluminaba el rostro de Doris, quien cabeceaba de cansancio en una silla cercana. Al sentir que Grecia se movía, Doris se despertó de inmediato.
“¡Grecia!”. Exclamó aliviada. “Voy a llamar al doctor”. Salió corriendo
Unos minutos después, el médico entró y revisó el estado de Grecia. “Estarás bien, eres fuerte”. Aseguró con una sonrisa amable. “Solo tienes algunos golpes y una fisura en el brazo que sanará en unos días. El collarín lo llevarás por un tiempo, pero es temporal”.
Grecia lo miró fijamente, la preocupación reflejada en sus ojos. “¿Y el bebé?”. Preguntó con voz temblorosa, tenía tanto miedo de que le dijeran que ya no estaba.
Doris frunció el ceño, sin entender a qué se refería.
El doctor sonrió levemente. “Milagrosamente, está bien. Solo necesitas reposo por unos días y revisiones periódicas para asegurarnos de que todo marche bien durante el embarazo”.
Grecia suspiró, aliviada. El doctor estaba a punto de retirar