Me quedé a la espera de ver qué quería decir Dante con eso. ¿Cómo hacer una subasta para vender a mi Celia? Miré a mi amigo, quien movió la cabeza y prosiguió.
—No lo sé todo, pero hay fuerzas muy grandes con la mira puesta en Celia. Aún no he descubierto el motivo —dijo, mostrándome unas informaciones en su teléfono—. ¿Lo ves? Era, en verdad, algo desconcertante que se nos había escapado en nuestra investigación, porque ella, para nosotros, era el blanco perfecto para comenzar a herir y hacer sufrir a su padre. Quitarle su mano derecha para que poco a poco se fuera hundiendo en la miseria. Porque Celia era muy buena en los negocios, aunque todos sus méritos se los atribuía su hermana, lo cual descubrimos hace poco. No era Celeste, como mostraban al mundo; quien dirigía entre bambalinas la empresa era Celia.