32. ALONSO Y LA FAMILIA
Después de dejar a Celia, satisfecha y dormida en mi cama, me apresuré a organizar todo lo necesario para mi viaje a Sicilia en compañía de Dante, tal y como mi hermano y jefe de la familia lo había ordenado. Tras hablar con él, me di cuenta de que la situación era realmente grave y que debíamos actuar con rapidez o correríamos el riesgo de perder gran parte de nuestro territorio. Me percaté de que resolver todo no sería tarea de diez días, justo el tiempo que restaba para la boda de Celia.
—Dante, tienes que ayudarme; no puedo dejar a Celia a su suerte —le pedí, incluso cuando las informaciones sugerían que ella estaba profundamente involucrada en algo que había golpeado a nuestra familia en el corazón. ¡Ella era demasiado joven!
—Jefe, no te dejes engañar otra vez —respondió Dante, mientras vigilábamos a Celia y su familia desde un reservado en el lujoso restaurante La Maison—. Decías lo mismo de tu exesposa Concetta y resultó ser la peor de todas, y te costó muy caro. Si no llegas