31. COMPLACIÉNDOME
En ese momento, mi nuevo teléfono dorado vibró con la llegada de un mensaje. Abrí la notificación mientras Roger rodeaba el auto para ponerse al volante. El mensaje era breve:
"No lo olvides, pasaste a ser mía, no eres más de él."
Rápidamente escaneé los alrededores en busca de alguna señal del misterioso desconocido que parecía seguir cada uno de mis pasos. Sin embargo, no había nadie sospechoso a la vista. Guardé el teléfono apresuradamente al ver a Roger acercarse.
Una vez en el auto y en movimiento, decidí que era el momento de poner en marcha la siguiente fase de mi plan.
—Roger, hay algo que necesito pedirte —empecé con una voz suave pero firme—. Sé que has estado... cercano a Celeste últimamente.
Roger se tensó y me miró brevemente antes de volver su atención a la carretera. Podía ver que estaba nervioso, por lo que alargué un poco más el silencio hasta que giró a mirarme
—¿Qué quieres decir? —preguntó—Es ella la que no me deja tranquilo.
—Lo sé y me disculpo. Por eso quier