Mundo ficciónIniciar sesiónAl escuchar el nombre de su familia de origen, mamá pareció encogerse sobre sí misma, como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. El color abandonó su rostro, y por un momento temimos que fuera a desmayarse. Sus ojos, ahora llenos de pánico, se posaron en los documentos esparcidos sobre la mesa. Con un profundo suspiro que parecía provenir de lo más profundo de su alma, comenzó a hablar:
—Yo... yo nunca quise que esto sucediera. —Su voz era apenas un susurro, cargado de culpa y remordimiento—. Sí, es cierto. Soy de Cedera. Los Gabbiani son mi familia.El abuelo, con el rostro surcado por arrugas de preocupación y decepción, preguntó con voz ronca:—¿Por qué, Giuseppina? ¿Por qué nos ocultaste todos estos años que no eres huérfana y que tu familia habitaba mi casa?Mamá cerró los






