Mundo ficciónIniciar sesiónDANTE:
Con un movimiento rápido, saqué la Daga Obsidiana de mi chaqueta que brilló de una manera extraña al chocar contra la luz. —Toma, Fabio, dáselo a Giovanni. Se lo mandó Alonso —dije, entregándole el arma con manos sudorosas. —Dile que les haga a todas ellas los signos que le hizo el abuelo a Gema. —¿Y eso? —preguntó Fabio, sus ojos fijos en la hoja negra y brillante. —Es la daga que les quita el poder a estas brujas —expliqué apresuradamente, guiando a Diletta para que caminara delante de mí. Nos alejamos lo suficiente para que ellas no pudieran verla, el corazón latiendo con fuerza en el pecho. Nos montamos en las motocicletas y salí rodeado de mis hombres a toda velocidad. Debía alejarme de ellas con Diletta, no sabía por qué, pero mi instinto me lo decía. Mientras nos alejábamos, sentí como Diletta se apretaba cada vez más a mí, sus manos las podía sentir estremeciéndose y su respiración entrecortada. Podía sentir la






