DILETTA:
Nos dirigimos fuera del baño, en busca de mi hermano Nectáreo. No podía dejar de observarla, su largo cabello rizado brillaba como el oro y sus ojos verdes eran increíbles, nunca había visto un color como el de ella, su rostro era sonrosado y sus labios rojos como la propia sangre. En verdad Cristal era de una gran hermosura y hacía un contraste majestuoso con el apuesto Italiano que era su esposo Gerónimo. A lo largo del camino, la curiosidad burbujeó dentro de mí, imposible de contener, y me encontré preguntando sobre la dinámica de la relación entre ellos.
—Perdón, Cristal, pero es que la curiosidad me consume. Gerónimo es un hombre muy apuesto, codiciado por muchas, ¿no sientes celos al ver a mujeres lanzándosele descaradamente? —inquirí con mi habitual franqueza, sin rodeos. Ella en verdad era una