Tanto Dante como Agustino abrieron los ojos. Este último abría y cerraba la boca con incredulidad y, al mismo tiempo, sin saber qué hacer o decir. Casi solté la carcajada viendo la mirada de desaprobación que me lanzó Dante, tratando de que dijera que era con Alonso, como habían planeado hacer más adelante.
—Lo hice porque la otra opción era perderlo todo, papá. Pensé que estarías de acuerdo. En definitiva, lo mío y de Roger no tiene solución —terminé poniéndome al lado de Dante, quien bufó porque no aclaré que era con su hermano, no con él.—Celia, debiste preguntarme primero —logró decir al fin—. No tenías que hacer esto, al enterarse de tu aparición, tenemos muchas ofertas de nuestros leales que nos ayudarían.—Pues lo siento, ya firmé muchos acuerdos que no se pue