Dos días después de que Margaret y Ethan firmaran la disolución del contrato que los unía, ambos decidieron que retomarían sus vidas sin interponerse en el camino del otro, aunque…
—Vamos, hombre, solo será una copa —Marcus hacía lo imposible para que su amigo se animara—. Si tanto la extrañas, ¿por qué terminaste con ella?
—Fue lo mejor; el amor no se fuerza. ¿Qué más podía hacer? —Ethan respiró profundo.
—En eso tienes razón. Decía mi abuelita que, a la fuerza ni los zapatos, porque te hacen ampollas. Pero no venimos a lamentarnos; mientras vuelves a encontrar a la indicada, te puedes gozar una que otra equivocada —le guiñó un ojo.
—¿Cuándo madurarás?
—Eso es para las frutas, no seas aburrido. Observa a tu alrededor, hay demasiadas bellezas, y con tu porte, ninguna se va a resistir. Así que quita esa cara —Marcus pidió una copa de Screaming Eagle, y para Ethan ordenó un cóctel San Francisco—. ¡Salud! Que se vayan las penas y lleguen nuevas nenas.
Ethan rio a más no poder y, cuando q