—¿De qué se trata todo esto? —Al llegar al Pent-house, Margaret sintió que su piel se erizó al observar todos los juguetes que se encontraban sobre la cama—. ¡¿Qué quieres hacerme?! Te advierto, si estoy aquí es porque hoy acabaré con esto.
—¡Cállate! —Alzó su mano con intención de abofetearla—. ¡Desnúdate! Y no me hagas perder el tiempo —sentenció.
—¡No! —exclamó, segura de sí.
—¿Cómo hay que hablarte? —La tumbó sobre la cama; su mirada estaba llena de furia—. Esta mañana me hiciste saber que ante ti soy un perdedor de primera.
—Sé lo que dije. Yo…
—No vengas con tus discursos baratos —apretó su cuello con fiereza.
—¡Suelta…! —Margaret se horrorizó al percibir que su mirada la consumía—. Terminemos con esto, de seguir así saldremos heridos.
—La única que perderá serás tú; no creo que te guste mi otro yo.
—Bien, ya entendí, mis palabras te dañaron —su mirada reflejaba arrepentimiento—. No volverá a suceder.
—Ya lo he escuchado antes, y no, aquí no se negocia.
Ethan la desvistió con sa