Refugio en la Oscuridad
El rugido del motor resonaba en la noche mientras Alessandro conducía con precisión milimétrica, esquivando el tráfico con la naturalidad de alguien que había pasado toda su vida huyendo o persiguiendo. Ellis, en el asiento del copiloto, mantenía la mirada fija en el espejo retrovisor, observando las luces de los autos que los seguían. No estaba segura de si los hombres del hotel habían logrado rastrear su fuga, pero su corazón aún latía con la adrenalina de la persecución.
Se obligó a respirar hondo, a calmarse. No era momento de perder el control.
—¿Tienes idea de a dónde nos dirigimos? —preguntó finalmente, sin apartar la vista del espejo.
Alessandro apenas ladeó la cabeza, con una expresión inescrutable.
—Sí.
Ellis bufó, pero no insistió. No estaba en condiciones de exigir respuestas. No cuando él le había salvado el pellejo en el último segundo.
La ciudad quedó atrás poco a poco. Las luces de neón dieron paso a las carreteras mal iluminadas y