Alcanzar Gleannar nos llevó más de un mes.
Los que emprendimos el viaje hacia el norte éramos tantos, que nos llevó más de un día reunirnos todos en la pradera más allá del Bosque Rojo. En el castillo quedaban sólo los primos mayores de Mael, sus compañeros y algunos de sus hijos y nietos. Dos docenas en total, con Jara, la jefa de baños, y las otras ocho mujeres de servicio que decidieran quedarse atrás con ellos.
Todos los demás reunimos nuestras posesiones y dejamos el Valle sin mirar atrás. Y al ser tantos, nuestra lenta marcha no tenía nada de triste. Era más bien una aventura multitudinaria, en la que todos estaban de excelente ánimo, listos para disfrutar el viaje por largo que se hiciera, y con las mejores expectativas para encarar esta nueva etapa de la historia del clan.
Los primeros en partir fueron quienes conducían las carret