Mi vida siempre ha sido normal, demasiado normal se podría decir. Siempre ha sido igual, sola en el colegio, sola en instituto y sola en casa. Desconozco la razón pero nadie nunca se ha acercado a mi. Así que el día que mi madre me dijo que nos mudaríamos a un pequeño pueblo en Alaska no dije nada. No dejaba a nadie atrás ni a nada. No podía imaginar lo mucho que mi vida cambiaría pocos meses después. Yo el alma gemela del Rey de los hombres lobo. sí solo con decirlo suena broma.
Leer másCapitulo 1. Viaje
Guardo los últimos libros que hay sobre mi cama y cierro la caja. Miró mi habitación y ahora solo puedo ver las paredes en blanco, apenas si queda la cama y pronto subirán los chicos de la mudanza a por ella. Toda mi vida me la llevo guardada en las cajas. No me siento triste, tampoco alegre. No es como si yo hubiese podido decidir algo sobre este viaje. Mi madre ya lo ha hecho por las dos, es un buen trabajo y muy bien remunerado. No tengo padre, mi madre se quedo embarazada muy joven y el no quiso hacerse responsable. No duele lo que nunca has tenido, sería peor haberlo tenido en mi vida y que hubiera desaparecido después, así que supongo que esto es adaptarse a las circunstancias. He vivido toda mi vida en los Ángeles, supongo que ahora echaré de menos el tráfico y el gentío. Ya que nos mudamos a un pequeño pueblo de Alaska. Lo peor de todo será el horrible frío por el que tendré que pasar allí, acostumbrada a este clima cálido siento que moriré congelada en ese lugar. Cojo la última de mis cajas y cierro la puerta de la que hasta hoy ha sido mi habitación. Bajo las escaleras y dejo la caja en la puerta. El camión de mudanzas saldrá justo delante de nosotras. Nos esperan varios días de viaje, no entiendo por qué mamá no compro pasajes de avión y prefirió que hiciésemos un viaje tan largo en coche. Me siento en el coche y veo como los edificios y los coches poco a poco comienzan a desaparecer. A mis casi dieciocho años no he tenido ni un solo amigo, y no se él porqué la verdad. Cuando era pequeña era demasiado tímida y me costaba hablar con los demás. Cuando crecí un poco un día me arriesgue y comencé a hablar con unas chicas, no debí elegir bien porque no solo me ignoraron en ese preciso momento. Si no que todos los cursos de primaria me hicieron la vida imposible y la única razón era que yo no tenía padre. Como si eso se pudiese elegir... Así que cuando llegué a la secundaria no me acerque a nadie, pase totalmente desapercibida tanto que nadie se acercó a mí en todos mis años de instituto. Y ahora me encontraba en mi último año y a la mitad del curso. Cambiando no solo de ciudad sino mudandome a otra acientos de millas. Un viaje de tres mil quinientas millas, tres días subidas en este coche sino pasábamos alguno más. Cogí mis cascos y me perdí durante unas horas en mi música preferida. La primera parada la hicimos ya caída la noche en un motel de carretera. Debo reconocer que no son tan sucios como pensaba. O quizás tuvimos suerte al encontrar este lugar. Los siguientes dos días los pasamos de la misma manera, recorriendo el camino durante el día y descansando en la noche. Nunca pensé que ver un cartel me haría tan feliz. Simple pero conciso. BIENVENIDOS A ALASKA Mamá siguió conduciendo durante dos horas más. Hasta que llegamos a una población dentro de un gran bosque, desde que entramos aquí no he dejado de ver árboles y más árboles. No puedo negar que esto es bonito pero sí me resulta extraño. No sé si seré capaz de adaptarme aunque por otra parte este será mi último curso y el año que viene iré a la universidad. —Abi ya hemos llegado este será nuestro nuevo hogar. Dice mi madre dedicándome una sonrisa. Asiento con la cabeza y le devuelvo la sonrisa. Mamá ha estacionado el coche frente a una casa de madera. La verdad es que desde fuera se ve muy grande. Al menos esto es mejor que nuestro pequeño piso en Los Ángeles. Nada mas poner mi primer pie en el suelo noto como el aire gélido congela mis huesos. No llevo ningún abrigo a mano por lo que tendré que aguantar un poco el frío. Caminamos hasta la entrada de la casa y la puerta se abre dejando a la vista a un hombre de unos cuarenta años. Este se acerca hasta mamá y le deja un beso sobre sus labios. Mamá se aparta rápidamente y me lo presenta. —Kevin ella es mi hija Abigail, dice mamá nerviosa. —Abi está bien. Contesto de manera indiferente. Le pide a Kevin que nos deje un momento a solas. Por qué me da en la nariz que esto no me va a gustar demasiado? —Abi te pediría que te sentaras pero aún no han llegado los sillones... Sabes que te dije que había conseguido un trabajo muy bien remunerado, pues ese trabajo lo he conseguido gracias a Kevin... —Mamá, está bien no tienes que darme explicaciones. Me parece bien que tengas pareja. ¿Él se quedará a vivir con nosotras? —Mi niña lista, eso depende de ti. Responde mamá acariciando mi cabeza. —Mamá si a a ti te hace feliz a mí también. Mi madre me abraza con efusividad antes vista. Kevin se acerca y se une a nuestro brazo. Me separo de ellos un poco incomoda y exploró la casa. Le pido a mi madre que me indique cuál es mi habitación y ella dice que puedo elegir cualquiera. Hay un total de tres habitaciones en la segunda planta. Pero siento que no me convence ninguna, veo unas escaleritas en un rincón y una puertecita arriba. Subo y descubro que se trata del desván, está totalmente vacío y solo es adornado por una ventana al final. Parece sacado de alguna película antigua. Es perfecta quiero que esta sea mi habitación. Aquí tendré privacidad y no veré a mamá y a su nuevo novio demostrándose muestras de afecto. No es que me haga especial ilusión que un hombre viva con nosotras pero entiendo que mamá tiene treintena y cinco años y tiene derecho a ser feliz y a encontrar el amor. Me asomo por la ventana de mi nuevo cuarto y solo puedo ver arboles. Es algo raro de explicar pero es como si sintiese que alguien me observa en la distancia. Saco esa estúpida idea de mi mente y bajo hasta el saloncito. Hay mucho que desembalar y quiero dormir en mi cama antes de mañana. Comienzo a subir poco a poco todas las cajas, no pensaba que tuviese tantas cosas. Pero se ve que si! ¿Cuándo me he vuelto una viejecita que acumula trastos en su casa? No puedo evitar sonreír por las tonterías que soy capaz de pensar al día...Extra 18. Lia y Kael Epílogo. Pov Lía: A veces me parece que todo fue un sueño, toda esa parte de mi vida, el mundo sobrenatural, las guerras, las profecías, las muertes... Todo se siente tan diferente desde aquí, creo que no hay mejor sitio para vivir que este. Muchas podrían pensar que vivir en este rincón del planeta es un suplicio todos está cubierto de nieve y el silencio es absoluto en las noches de invierno. No cambiaría esa sensación y por todo el oro del mundo sobre todo cuando despierta y abro los ojos y a mi lado está él, Kael. Despeinado, con las manos manchadas de pintura porque ha estado arreglando el porche otra vez, con una de taza de café en una mano y su camisa blanca medio abierta. Me sonríe como si yo fuera la única persona en el mundo como si yo fuera su refugio y lo soy la verdad es esa. Llevamos seis meses aquí. Seis meses sin escuchar la palabra “Hibrida”. Sin sentir el hormigueo surcar mi piel por alguna amenaza. Aquí simplemente soy Lía. La chica qu
Extra 17. Lia y Kael. Pov Lía: No era suficiente. Aunque el incendio se había apagado y las llamas no llegaron a cobrarse vidas, el humo todavía nos ahogaba. No en los pulmones, sino en el alma. Las manadas estaban nerviosas. Mi nombre flotaba como un veneno en los pasillos de las fortalezas. Híbrida. Hija del Rey Vampiro y nieta del Alfa Supremo. Demasiado poder en un solo cuerpo, y ese no era otro sino más que el mío. —Ya lo superarán —dijo Kael, frotándome la espalda mientras vigilábamos desde la colina el movimiento de los soldados. No habían vuelto a atacarnos, pero todavía había muchos que no querían que yo siguiera con vida. Había costado mucho llegar hasta aquí. Sabíamos que había conspiradores y que estos no cesarían en su empeño en poner fin a mi vida. Querían mi cabeza, no porque hubiera hecho algo malo, sino más bien por lo que era y por lo que representaba. Y cuando al fin creíamos que todo había acabado, de nuevo vinieron a por nosotros. ... La batalla final no
Extra 16. Lía y Kael. POV Lía: No me tembló la voz cuando les dije que lo intentaran, pero aun así, dentro de mí no podía evitar sentir un poco de miedo, por mi muerte o por la de los que me acompañaban. Frente a nosotros, los lobos que nos habían estado siguiendo nos rodeaban en un semicírculo. Algunos tenían la mirada llena de odio. Otros, de miedo. Y otros solo… parecían confusos. El Alfa se puso delante, junto a Black y Chloe. Kael no se movió de mi lado. Su mano rozó la mía y sentí cómo su energía me envolvía. No dijo nada, en ese momento no hacía falta. Yo sabía que él no me abandonaría jamás. —No queremos pelear —dijo mi madre con la voz firme. —Ella es un peligro —escupió uno de los Alfas de las manadas del norte—. ¡Mírenla! ¡Es la señal! ¡Si ella vive, todo lo que conocemos acabará! —¿Y si no se trata de destruir? —pregunté, dando un paso al frente. Sentí cómo el corazón me latía tan fuerte que temí que este se me fuera a salir por la boca. —¿Y si esto no es el fin,
Extra 15. Lía y Kael. Pov Kael: No hubo abrazos ni sonrisas cuando Chloe, Black y el Alfa de la manada llegaron. Solo miradas tensas, silencios cargados de lo que no se decía. Chloe observó a su hija como si esperara encontrar algo que se le había perdido hace años. Black se mantenía detrás de ella, serio, sin desviar la vista de su hija. Y el Alfa… él solo la miró una vez, luego me miró a mí. Asintió con la cabeza y se retiró. En ese momento me di cuenta de que ellos necesitaban hablar a solas, así que me acerqué hasta Lía, dejé un beso sobre su frente y me retiré. Lo que hablaron en esos momentos lo desconozco, pero sí estuvieron a solas por más de una hora. Eso sí, cuando me llamaron, Lía sonreía y su madre sostenía su mano. En ese momento, Lía me comunicó que mis padres y el Alfa de la manada nos acompañarían en el viaje al templo. Dado los últimos acontecimientos, todos sabíamos que el viaje no se podía demorar más. La situación con las manadas era demasiado volátil; en c
Extra 14. Lia y Kael Pov Kael: Cuando por fin creíamos que estaríamos tranquilos, esa calma se acabó. Lo estábamos preparando todo para viajar al templo y que Lía pudiera aclarar todas sus dudas, habíamos conseguido descubrir que quizás ella formaba parte de una leyenda. Aunque yo nunca he creído mucho en las leyendas. Los vampiros nos acechaban o eso es lo que creíamos y Lía fue la primera en transformarse, la vi cerrar los ojos, y su piel comenzó a llenarse de un pelaje gris con destellos plateados. Sus huesos crujieron y su cuerpo se alargó. Su forma de loba era majestuosa: pelaje gris con reflejos plateados como la luna y unos ojos rojos que no dejaban lugar a dudas de que ella no era una loba normal, sino una híbrida. Ese color solo lo portaban los vampiros y por su cuerpo corría esa sangre. Después de su transformación siguieron muchas más. Yo sentí el fuego ascender por mi columna, la sangre quemando mis entrañas. De un momento a otro el mundo cambió. A través de mis sen
Extra 13. Lia y Kael. POV Kael: Después de aquella noche, algo en mí también empezó a transformarse. No era solo Lia quien luchaba contra sus demonios. Yo también cargaba con los míos, más silenciosos, más ocultos, pero igual de reales que los suyos. Ella, con cada paso que daba hacia su oscuridad, me recordaba que yo aún no había enfrentado del todo la mía. Era como si su batalla interior encendiera una antorcha en el rincón más oscuro del mío. Y fue en el reflejo de su lucha donde empecé a enfrentarme a mis propios demonios. No porque me apeteciera, claro que no lo hacía pero si ella se enfrentaba a los suyos yo también debería enfrentarme a los míos. obligación. No se trataba solo de protegerla. Se trataba de crecer con ella. De dejar que su fuego me tocara, aunque quemara. Porque ella me necesitaba y yo la necesitaba a ella. Y no de la forma en que uno necesita aire, sino de esa manera profunda y temblorosa con la que uno se aferra a algo que da sentido a todo el caos. D
Último capítulo