Logan sentía su corazón martirizar a mil. La conexión mental con Jacop fue inmediata, un rugido telepático que atravesó la distancia con toda la autoridad de un alfa.
—Jacop. Ven de inmediato.
El silencio inicial lo impacientó, hasta que la voz de su beta, de su hermano respondió en su mente, áspera, cargada de un peso extraño.
—No puedo ir, Logan. Tengo… una mala noticia.
El ceño de Logan se frunció, y la furia que ya lo dominaba se mezcló con una inquietud punzante.
—¿Qué sucede? —preguntó con brusquedad, deteniéndose en medio del pasillo, con los nudillos apretados.
Jacop tragó saliva al otro lado del vínculo mental, y cuando habló su voz se quebró como si cada palabra lo desgarrara.
—Mía… desapareció.
Un silencio sepulcral llenó el vínculo. El corazón de Logan se detuvo un segundo, y la bestia en su interior rugió con violencia. Cerró los ojos, apretando la mandíbula hasta casi romperla, y respondió con una calma peligrosa.
—No te preocupes. Ella está bien. Lo sé por qué está conm