La guardia me acompañó por los corredores y al atravesar el jardín interior, encontré a Wuisse rodeado por los súbditos que se interesaban por los papeles que traía entre las manos.
— Luna gloriosa, luna de paz— me saludó, arrodillándose solemnemente.
—No pierdas tiempo Wuisse— reclamé—. Dime pronto que noticias traes.
—Majestad, ya todo está dispuesto para que recibamos hombres y provisiones de los reinos de Ahiagón y Enerthand.
— ¿Tan pronto? —insistí desconfiada.
—Nuestros nuevos aliados estaban ansiosos por probar que la alianza es legítima— me aseguró y la sonrisa en su rostro lo corroboraba.
—Agradezco tus esfuerzos—le dije—. Ahora sería conveniente que descansarás porque el rey y yo partiremos hacia el norte en cualquier momento y tú me acompañarás.
Me despedí con un gesto y ya me alejaba cuando el alto señor de la luna me hizo notar que una de mis guerreras le escoltaba y al reconocerla, mi corazón latió más apresuradamente.
Ella era Mirisila, la joven de rasgos hermosos y hab