—¿Quién iba a decir que, en medio de todo esto, encontraría una amiga?

—Heeey, no me das suficiente crédito. Yo te escogí.

—¿La otra noche en el bar?

—Claro.

—Amyra… —Levanté una ceja mientras le entregaba la cortina.

—Ah, ¿tú piensas que todo fue una gran coincidencia, no?

—Me viste con Darian y por eso te interesaste en mí. En el fondo, creo que sientes algo por él y estabas allí para llevártelo a la cama.

Amyra colgó la cortina en la ventana recién reparada. Alisó los pliegues con una delicadeza casi artística y, con un salto ágil, bajó de la silla en la que se había subido.

—Baby, no hay hombre que pueda resistirse a todo esto —dijo, recorriendo su silueta con las manos—. O lobo.

Ambas rompimos a reír al mismo tiempo. Allí, en la cocina renovada de la vieja cabaña de mis padres, me sentí genuinamente feliz. Una felicidad limpia, inesperada, como un rayo de sol después de la tormenta.

—Reconstruir este lugar ha sido agotador, pero valió cada gota de sudor. Ahora está completamente