Capítulo 112.
Mirarlo de reojo mientras observaba el cielo me hizo pensar que vivir así sería… demasiado pacífico. Casi un sueño. Y no me refería a vivir en la playa ni a mirar estrellas todas las noches, sino a días como este: correr tan lejos como me llevaran mis patas, sentir el viento hacer nudos en mi pelaje, descubrir olores nuevos. Solo… existir sin cargas. Sin títulos. Sin guerras.
Tal vez por eso hablé.
—Imagina un mundo pacífico —susurré—. Me has dicho que no tuviste muchas opciones a lo largo de… muchos años. Si tu vida se hubiera extendido solo porque sí, y Gran Madre no hubiera requerido tu intervención con los Alfas Supremos… ¿qué habrías hecho con tu vida?
Él movió apenas la oreja.
—Eso… es profundo, Alina. ¿Ya estás en edad de la filosofía?
Solté una pequeña risa.
—Estoy en edad de muchas cosas. Tengo diecinueve, ya sabes. Ahora no te distraigas y sígueme la corriente.
—¿No preferirías dormir un poco?
—No.
Suspiró como si estuviera lidiando con una cachorra.
—Si no hubiera sido cast