Rowan
La música, los brindis, las risas… todo sonaba lejano.
Me sentía sumergido bajo el agua. El cuerpo que llevaba este traje elegante, que respondía a saludos y ofrecía sonrisas vacías, no era realmente mío.
Estaba ahí. En esa fiesta absurda. Rodeado de alfas que hablaban de alianzas, de hembras disponibles, de pactos de poder.
Y yo solo podía pensar en una cosa: el vacío.
Ese maldito hueco que sentía en el pecho desde que abrí los ojos.
Desde que desperté, no sentí a Varek.
Ya no estaba, no me respondía.
Era como si alguien hubiera tomado un bisturí y lo hubiera cortado, separándolo de mi alma.
Afuera fingía estabilidad, seguridad, frialdad.
Pero por dentro… me deshacía, sentía una desesperación que no podía controlar.
Mi mente se convertía en un campo de batalla cada vez que intentaba buscarlo.
Era como caminar dentro de un laberinto infinito. Uno plagado de sombras que susurraban cosas que no lograba entender. Voces que se mezclaban con los recuerdos a medias que quedaban.
Cada