Cordelia
—Seraphiel…
El nombre me salió como humo caliente entre los dientes. Me incorporé con la guadaña en la mano. La caverna respiró hondo conmigo, conteniendo el aliento.
Roxie se movió medio paso para cubrir a Rowan. Damien y Fernanda se pusieron a mis flancos, uno a cada lado, como siempre.
Seraphiel cruzó el umbral, haciendo que la tierra bajo sus pies temblara con cada paso.
—Pensé que te gustaban más los relojes que las cavernas —dije, llamando su atención.
Sonrió sin mostrar los dientes.
—Cuando el tiempo falla, cualquier sala sirve.
No se acercó más. Tampoco tuvo que hacerlo: su mirada ya había traspasado todos los límites. Miró a Damien, a Fernanda, a Roxie, a Rowan… y volvió a mí, como si todos los demás fueran totalmente insignificantes.
—No he venido por ti —dijo.
—¡Uy, qué pena! —respondí exagerando la frase—. Pues… sabes que yo tengo que matarte, ¿no?
Negó con la cabeza, sonriendo.
—Ahora lo comprendí, no me habría servido matarte —continuó, despertando una inquietu