Desperté sobresaltada. Soñé con la destrucción de mi familia completa. Eiden estaba a mi lado. No habíamos dormido juntos antes, pero esa noche lo necesitaba. Solo dormí porque él me abrazó. No hubo nada más.
Mis hermanos durmieron cerca, en las habitaciones contiguas. Lena nos había pedido no separarnos. “El sello se debilita si la distancia es grande”, había dicho.
Yo sabía que no era mentira. Daren podía rastrear mi sangre si me alejaba demasiado. Por eso todos me mantenían cerca, como si fuera un cristal que no debía romperse.
Cuando me levanté, Eiden seguía dormido. Tenía una mano extendida hacia mi lado de la cama, como si hubiera intentado asegurarse de que aún estaba allí.
Me levanté despacio, intentando no despertarlo. Me metí en la ducha. El agua tibia me relajó un poco, pero no lo suficiente para olvidar lo que estaba por venir.
Hoy intentaríamos rescatar a mi padre y a Deerk. Solo pensarlo me tensaba el pecho.
Al salir, me envolví en una toalla y respiré hondo frente al