La noche había sido inquieta.
Después de la ceremonia del círculo de resonancia, Aeryn no pudo dormir. Aunque Darien descansaba profundamente a su lado, su cuerpo ardía con un calor extraño. Un cosquilleo comenzaba en su nuca, justo donde nacía el mechón plateado que cada luna llena acostumbraba cortar sin pensar. Esta vez no lo hizo.
Lo tocó con los dedos temblorosos. Palpitaba. Vibraba como si estuviera vivo. Como si reclamara su lugar. Por primera vez en su vida, decidió no ocultarlo. Y fue ahí, abrazada a esa certeza silenciosa, que cayó en un sueño profundo y agitado.
------------------------------------------------------------------------
En el sueño, era una niña sentada frente a una fogata. El calor la envolvía, pero no dolía. Una mujer, su madre adoptiva, le cortaba con suavidad el mechón plateado y le susurraba con firmeza: “Recuerda: esto debe desaparecer antes de que te vean.”
Pero esta vez, Aeryn se negó. En el sueño, apartó la mano de la mujer y se levantó. El m