Un maleficio trajo inmortalidad y poder a la manada Bloodmoon, pero el futuro Alpha, Seth Winchester, se encuentra atrapado en una red de mentiras y secretos familiares. Deseando proteger a su amada de una muerte segura, ideó un plan maestro: sacrificar a otra mujer en su lugar, intercambiándola por su fiel asistente, quien ha sido el blanco de la desgracia y el repudio por su oscuro pasado, Seth simula un amor verdadero, manipulando a su asistente para que acepte su destino fatal. Sin embargo, la verdad es que ella tiene conocimiento de sus engaños y, movida por una deuda de gratitud hacia él, se entrega al sacrificio. Mientras tanto, Amelia Hale, quien siempre ha sentido la carga de ser el símbolo de la mala suerte en su manada, se aferra a la ilusión de amor que Seth le ofrece. Aceptando con resignación su trágico destino, se prepara para el sacrificio. Pero en un giro inesperado, tras un resplandor cegador, no muere. En cambio, descubre secretos ocultos sobre su origen que cambiarán el rumbo de su vida y revelarán las verdaderas intenciones de Seth. Ahora él debe enfrentar las consecuencias de sus acciones y buscar a Amelia, no solo como su salvación sino también como la única esperanza para romper el pacto que los ata. En este juego de poder y amor, ambos se verán obligados a confrontar sus propios demonios y el verdadero significado del sacrificio.
Leer másMia despertó, gritando a todo pulmón.El grito resonó en toda la habitación, desgarrador y lleno de desesperación. Mia se sentó jadeando, tenía todo su cuerpo empapado en sudor, su respiración era rápida y errática. Todo a su alrededor era confuso: las paredes de piedra del castillo, la tenue luz del amanecer filtrándose por las ventanas, el eco de su propio grito todavía rondando en su mente. Por un instante, no pudo discernir si seguía soñando o si había regresado a la realidad.Deimos irrumpió en la habitación con una rapidez alarmante, sus ojos dorados estaban ardiendo con preocupación. Llevaba las garras expuestas, como si se hubiera preparado para enfrentar una amenaza inminente, pero al ver a Mia en la cama, temblando, su postura cambió de inmediato. Cerró las puertas detrás de él y cruzó la habitación en tres zancadas.—Mia. —Dijo con urgencia, colocándose junto a ella y tomando su mano con firmeza. —¿Qué ocurrió? ¿Estás herida? —Inquirió ansiosoElla lo miró, con sus ojos vio
Capítulo 96Demonio LoboEl aire en el gran salón se volvió denso como plomo. Mía sintió cómo cada latido de su corazón resonaba en sus oídos. Seth buscando a Aamon. Era una sentencia de muerte. O algo peor. —No puede ser —Murmuró, pero incluso a sus propios oídos, las palabras sonaban huecas. Deimos ya se movía hacia la puerta, con sus garras reluciendo con la primera luz del alba que entraba por los vitrales. —Liam, ¿Qué hombres tenemos disponibles? —Preguntó, con su voz en un rugido contenido. —Un escuadrón de exploradores, tres cazadores de sombras y... —No hay tiempo. —Lo interrumpió Mia, ajustando el cinturón de su ballesta con movimientos precisos. —Voy yo. Deimos se volvió hacia ella, sus ojos dorados brillando con una ferocidad que habría hecho retroceder a cualquier otro. Pero Mia no era cualquier otro. —No irás sola. —Gruñó. —No es una petición, Deimos. —Respondió ella, sosteniendo su mirada. —Si Seth está haciendo lo que creo, necesito ser yo quien lo enfrente. Tú
El castillo de Blood Moon se alzaba imponente bajo el tenue resplandor dorado del alba, pero para Mia, la luz del nuevo día no traía consuelo. Las horas de la noche habían sido un tormento: el recuerdo de su enfrentamiento con Aamon, las palabras de Tarvos y, sobre todo, la revelación de su propia transformación, se repetían en su mente como un eco ensordecedor. Su cuerpo estaba exhausto, pero su alma no encontraba paz. Cuando finalmente se obligó a levantarse, un escalofrío recorrió su espina dorsal. Algo o alguien la observaba.Con los ojos aún cerrados, percibió una presencia familiar, una energía que conocía demasiado bien. De repente, abrió los ojos y se incorporó bruscamente y allí, en la penumbra, recortado contra la luz naciente de la ventana, estaba Seth.El hombre que una vez juró amar hasta que la muerte los separara. Y que ahora la miraba con una intensidad que quemaba. —He oído los rumores —Instó Seth, con su voz grave, cargada de una emoción contenida que hacía temblar
Mia no respondió, pero la luz que la rodeaba pareció intensificarse por un momento, como si reconociera la lealtad de los que la seguían. Aamon, por su parte, rugió de frustración y lanzó otra ola de sombras hacia ella, más grande y más oscura que cualquier otra antes. Pero esta vez, Mia no esquivó.Extendiendo sus garras, que ahora brillaban con la misma luz plateada, Mia cortó a través de la ola de sombras como si no fuera más que niebla. La energía de Aamon se dispersó, dejando al demonio vulnerable. Aprovechando la oportunidad, Mia se lanzó hacia él, su cuerpo se movía como una ráfaga de luz y furia que chocó contra el marqués con una fuerza abrumadora. El impacto fue como un rayo cayendo del cielo, haciendo temblar el valle entero. Aamon cayó al suelo y su figura oscura comenzó a desmoronarse mientras Mia permanecía sobre él, su luz quemaba las sombras que intentaban protegerlo.—No me olvidaré de ti, guerrera. —Gruñó Aamon, su voz ahora era débil pero todavía cargada de malicia.
El caos en el Valle de las Sombras se intensificaba con cada momento que pasaba. Los demonios sombras invocados por Aamon arremetían contra el grupo de Mia, mientras los soldados luchaban desesperadamente por mantener la línea. El aire se sentía pesado, como si cada aliento estuviera impregnado de la energía oscura que emanaba del círculo demoníaco. En medio del campamento, Aamon seguía observando con calma, ignorando la batalla que se libraba a su alrededor. Su atención seguía fijada en Mia, aunque su paciencia con Tarvos parecía agotarse.—Tarvos. —Dijo Aamon, con un tono burlón que retumbó como una campanada lúgubre en el valle. —Tu insignificancia es fascinante, pero debo admitir que tu presencia comienza a ser... innecesaria.Tarvos, con los puños apretados y los ojos llenos de furia, se enfrentó a Aamon, ignorando por completo la advertencia implícita en su voz.—¿Qué estás diciendo? —Exigió, dando un paso hacia él. —Yo vine aquí para negociar. No puedes simplemente desecharme.
El grupo de Mia avanzaba con cautela, con cada uno de sus pasos medido mientras las sombras del bosque parecían envolverlos. El Valle de las Sombras estaba a la vista, con el campamento de Tarvos iluminado por antorchas que arrojaban un resplandor inquietante. Tarvos permanecía cerca del círculo grabado en el suelo, todos sus movimientos eran calculados, pero cargados de confianza y un objetivo claro. Sus hombres de confianza lo rodeaban, con posturas tensas, como si estuvieran esperando lo inevitable.Mia se detuvo detrás de un grupo de árboles grandes que les daba la cobertura suficiente, agachándose mientras observaban la escena frente a ellos. Deimos estaba a su lado, con los soldados estratégicamente colocados alrededor, listos para actuar en cuanto ella diera la señal.—Ahí está. —Dijo Deimos en voz baja, señalando a Tarvos y la figura alta y oscura que se movía entre las sombras. —No hay duda. Aamon está aquí. —Confirmó mirando a Mia de reojo.Mia apretó los labios, manteniendo
Mia suspiró, dejando caer las manos a sus costados mientras caminaba de un lado a otro como león enjaulado.—No lo sé. —Admitió, con un tono que revelaba más cansancio del que ella misma quería mostrar. —Nuestra gente está rota, Deimos. Blood Moon está en pedazos, y Velkan no puede soportar más peso. Ahora esto... —Se interrumpió, apretando los labios. —Lo único claro es que no podemos permitir que Tarvos alcance a Aamon. Si logra negociar un pacto… las consecuencias serán desastrosas.Deimos asintió lentamente, caminando hacia la mesa y echando un vistazo al mapa.—No podemos permitir que Tarvos crea que puede tomar decisiones por su cuenta. —Dijo, señalando la ruta más probable que él habría tomado. —Si va a negociar con Aamon, estará buscando un lugar lo suficientemente alejado para no ser interrumpido, pero no tanto como para arriesgarse a perder el control.—Eso significa... —Mia miró el mapa, siguiendo la línea que Deimos había trazado. —El Valle de las Sombras. Es el lugar más
El salón principal del castillo se sentía vacío, pese a que algunos comandantes y soldados que estaban reunidos en él. La atmósfera estaba impregnada de un pesado silencio, roto solo por el sonido ocasional del viento golpeando las ventanas y el eco de los pasos de Liam y Lukas al entrar. Mia, estaba sentada en la cabecera de la mesa de estrategia, levantó la mirada al verlos llegar. Su postura era firme, pero el agotamiento se notaba en sus facciones.Liam llevaba consigo un pergamino enrollado, mientras Lukas cargaba unos documentos marcados con anotaciones urgentes. Ambos tenían expresiones graves, reflejando la magnitud de los acontecimientos que estaban a punto de informar.—Reina Mia —Comenzó Liam, con un tono solemne mientras se detenía frente a ella. —Hemos evaluado las pérdidas, y... lamentablemente no son buenas noticias.Mia tomó aire profundamente, al tiempo en que enderezando su espalda preparándose para lo que venía.—Dime todo. —Pidió enarcando una ceja, su voz era firm
Al marcharse, sus pasos dejaron huellas profundas en la tierra blanda como una metáfora demasiado clara del peso que cargaba. Seth observó cómo Deimos se llevaba instintivamente una mano al antebrazo justo donde llevaba una cicatriz que Seth no supo cómo la había sanado bien por su apariencia tan profunda. Una herida que Mia había sanado en otro tiempo, en otra vida. El silencio que quedó en el lugar no era de tregua, sino de algo más complejo, el reconocimiento mutuo de que, en esta guerra, quizás ellos ya habían perdido algo más importante que una pelea.Seth, no estando dispuesto a rendirse, corrió detrás de Mia y cuando la alcanzó antes de que entrara al castillo, sujetó su brazo e intentó besarla, pero entonces, el aire se cortó con un chasquido seco cuando la palma de Mia impactó contra la mejilla de Seth. No fue un golpe dado con furia ciega, sino con la precisión calculada de quien ya no tiene palabras que ofrecer. Seth no retrocedió, su cuerpo de alfa apenas se movió, pero al