Capítulo 72. La flor en medio de la tormenta.
Iris sentía que su historia no había comenzado el día en que nació, sino mucho antes. Antes de que sus padres se cruzaran en una gala de vestidos negros y discursos vacíos; antes de que fundaran ORIGEN; antes incluso de que decidieran que querían sanar algo roto en el otro.
Creía que había nacido del deseo.
Del deseo de volver a creer, después del dolor.
Recordaba con nitidez aquella tarde en la que su madre, Valentina, la había encontrado dibujando en el jardín. Se había sentado a su lado, sin apartar la vista del horizonte, y le había dicho en voz baja:
—Estuve a punto de irme… de renunciar a todo. A tu papá. A la vida.
No lo había dicho como quien pide lástima, sino como quien sobrevive para contarlo.
No muchos lo sabían, pero hubo una época, cuando Iris tenía seis años, en la que Alejandro dormía en el estudio y Valentina dejaba los platos sin lavar por días. Ella lo recordaba todo, aunque nadie se lo hubiera contado. Los gritos ahogados tras las puertas, los abrazos de tía Mónica