Capítulo 73. La grieta en la verdad.
La mañana después de su cumpleaños, el aire en la finca estaba tan quieto que cualquier sonido parecía fuera de lugar. Los primeros rayos de sol se filtraban entre los pinos altos, pintando de oro las piedras húmedas del sendero. Desde el ventanal del estudio, Alejandro observaba el jardín con el ceño fruncido; no era el gesto de quien mira algo hermoso, sino el de quien busca señales.
Valentina estaba a su lado, en la mesa, hojeando un cuaderno de bocetos sin realmente verlos. Había dibujado vestidos toda su vida, pero esa mañana ni las líneas ni los colores le decían nada.
—No me gusta —murmuró Alejandro finalmente, sin apartar la vista de las hojas verdes que se mecían apenas.
Valentina no necesitó preguntar.
—Llevas semanas con esa frase en la boca.
—Y tú también lo notas —respondió él, girando la cabeza para mirarla—. Iris no es la misma.
Ella dejó el cuaderno a un lado, cruzando los brazos.
—Anoche, cuando le diste la rosa, sonrió, pero no era su sonrisa. Era como si… —buscó las