Alessandro regresó a casa con el rostro firme, sabía que había logrado destruir a su hijo, no había sido necesario escuchar palabras de afecto entre ellos, solo había bastado con el simple hecho de darse cuenta en la forma en que Leonardo la miraba, y la había protegido.
Alessandro ordenó a su hombre de confianza para que fuera por Mario, él necesitaba tener un plan ante las acciones ofensivas por parte de Leonardo.
Alessandro se sentó sobre un pequeño borde de una maceta que había en el jardín; sacó un pañuelo del bolsillo y limpió su frente, se mostraba angustiado, temeroso ante su hijo, conocía su poder, pero no subestimaba Leonardo, menos ahora que había conseguido desatar su furia.
Unos cuantos minutos más tarde Mario salió acompañado por varios hombres armados, Alessandro al ver a su hijo frunció el ceño desconociendo sus verdaderas intenciones.
—Padre, que gusto verte nuevamente, creí que te quedarías por fuera de la propiedad luego de haber atormentado y torturado a Leonard