Leonardo regresó a la propiedad donde vivía con Cristina, los hombres le mostraban pleitesía y lo saludaban con respeto; Leonardo se dirigió hacia el interior de la propiedad, continuar con sus negocios era lo único que deseaba.
Al llegar a la oficina estiró el brazo y abrió la puerta de un solo movimiento, su mirada se espantó siendo inevitable que no soltara un fuerte gruñido.
—¿Qué mierda haces aquí?, no tienes ningún derecho en venir a husmear entre mis cosas, lárgate antes de que te saque la fuerza —Cristina se cruzó de brazos y rodó los ojos mostrando lo mínimo que le importaba.
—Por fin decidiste aparecer, que mal esposo y padre eres —comentó ella buscando provocarlo.
—Lo que haga o deje de hacer no es tu asunto grábatelo muy bien, ahora sí no es más vete —gruñó Leonardo.
Cristina se sentó en el borde del escritorio retando a Leonardo, dibujó su clásica sonrisa de que todo le importaba muy poco esperando que Leonardo fuera por ella.
—¿Hace cuánto tiempo que no haces el amor?