Días más tarde.
Leonardo había perdido la paciencia, ya no le pensaba dar más oportunidades a Fabrizio y a Sofía, aquella sería la última vez que los escucharía.
La puerta se abrió para él, encendieron las luces, Fabrizio y Sofía se retorcían en las sillas, el olor que emanaba de allí era fuerte y difícil de soportar.
—Retiren las vendas de sus bocas —ordenó Leonardo.
—Agua, agua... Agua por favor —suplicaron los dos, Leonardo tomó una cubeta con agua y la arrojó sobre sus rostros, tan solo unos cuantos sorbos pudieron dar.
—Esta es la última oportunidad, luego de ello todo habrá terminado para ustedes, La pregunta es sencilla y continúa sin cambios: ¿En dónde está Cristina y Gabriela?
—Por favor Fabrizio habla de una buena vez, ya no logro soportar más esta tortura, habla por favor —suplicó Sofía con la voz débil.
—Jamás lo haré, así que no pierdas más el tiempo y cubre nuevamente mi boca, porque de mí no recibirás nada —le aseguro Fabrizio con la voz entrecortada.
—Así que estás