Roma/Italia.
Días más tarde.
Luego de lo sucedido, Elena permaneció en casa, se mostraba triste y arrepentida por haber traído problemas cuando Leonardo hacía hasta lo imposible para mantenerlos a salvo.
A partir del momento en el que capturaron a Sofía, Leonardo no continuó quieto en el mismo lugar, a diario salía para estar informado de lo que sucedía a su alrededor, personalmente se cercioraba de las entregas.
Era una mañana lluviosa, Leonardo llevaba sobre sus hombros aquel pesado abrigo, yendo camino a la entrada principal fue intervenido por Elena.
—Buenos días cariño, has permanecido demasiado distante, en las noches regresas demasiado tarde, lamento haberlo arruinado todo. —Elena se acercó con su rostro triste.
Colocó las manos sobre su abrigo y se sostuvo mientras levantaba la mirada conectándola con la suya.
—Sé que estás furioso por mi ignorancia, te suplico que me entiendas, solo quería ayudar a mi padre, nunca llegué a pensar que mis acciones serían las responsables de