Sin salida
La sala de interrogatorios en la que Sophie estaba atrapada era un cubo de acero frío, iluminado por un solo foco que proyectaba sombras duras contra las paredes. Sus muñecas, aún marcadas por las ataduras, palpitaban mientras trabajaba discretamente en el alfiler escondido en su manga, intentando liberarse. Frente a ella, Julian Voss, el medio hermano de Logan, la observaba con una calma inquietante, sus ojos verdes idénticos a los de Logan pero carentes de cualquier calidez. A su lado, Helena Voss, impecable en un traje negro, tamborileaba los dedos sobre una tableta que mostraba los perfiles genéticos de los trillizos. El zumbido de los monitores llenaba el silencio, y Sophie sabía que cada segundo que pasaba acercaba a La Cúpula a sus hijos.
—Sophie, no me hagas perder el tiempo —dijo Helena, su voz suave pero afilada como una cuchilla. —Sabemos que tienes el USB con los protocolos de activación de Génesis. Entrégalo, y tal vez reconsideremos el destino de tus hijos.
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