—¿No tienes miedo de que te despidan? —preguntó Maya, recordando cómo el despido de Mark había servido de advertencia para todos los chismosos de la empresa.
—No tengo miedo de chismear contigo —respondió Jenny con descaro.
Maya se quedó sin palabras.
—¿Crees que estoy recibiendo un trato especial? —preguntó con incredulidad—. ¿Por qué yo?
Jenny se encogió de hombros.
—No todos se atreven a hablar de ti, pero todos sabemos que te tratan diferente aquí. Si no fuera así, tú serías la despedida, no Mark. Así que, tranquila, es seguro chismear contigo.
Maya no sabía si reír o llorar ante aquella lógica retorcida.
Era la primera vez que alguien despedido del Grupo GOLDEN regresaba a su puesto original.
Y considerando las cosas que había dicho antes de irse, era un auténtico milagro.
En ese momento, su teléfono sonó.
—Disculpen —dijo, apartándose para contestar—. ¿Señora Fine?
—He recogido a los niños. Ya vamos camino a casa —respondió la niñera con alivio.
—Cuídelos bien —pidió Maya.
—Por