No sabía cuánto había bebido, solo que cada trago me ardía más que el anterior. El club estaba lleno de luces, risas y música, pero todo me sonaba lejano. Lo único que podía ver, una y otra vez, era la imagen de mi novio en la cama con mi mejor amiga. Dolía. Me ardía en el pecho, y la rabia se mezclaba con un deseo de hacer algo, cualquier cosa, para dejar de sentirme así.Pensé que, si iba a romperme, lo haría a mi manera. Que, si iba a olvidar, sería entre los brazos de alguien más.Un grupo de chicos llamó mi atención. Por sus vestimentas —algunos con trajes de bombero, otros de abogado o vaqueros— supuse que eran strippers. La idea de perderme con uno de ellos, alguien que no buscara nada serio, cruzó por mi mente.Se dispersaron un poco y entonces lo vi, entre la multitud de hombres atractivos… pero él lo era mucho más.Parecía formar parte del grupo, aunque no me detuve a comprobarlo. Llevaba una camisa blanca arremangada, el cabello ligeramente despeinado y una expresión seria
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