Lisa
Suena el timbre y las manos me tiemblan sin razón. Stephanie me mira desde la cocina y frunce el ceño.
—Voy a ver quién es —dice.
Yo asiento, aunque por dentro algo me dice que no debería hacerlo. Que ojalá no sea él. Pero también hay una parte de mí que sí lo desea. Que lo quiere ahí, aunque no tenga sentido.
Escucho la puerta abrirse.
—¿Qué hace usted aquí? —pregunta Stephanie, sorprendida.
Mi corazón se acelera.
—Vengo a buscar a Lisa —responde él.
Y su voz… su voz me deja helada.
Stephanie duda unos segundos, y luego escucho cómo dice:
—Pase.
No me muevo. Ni siquiera respiro. Siento sus pasos acercándose por el pasillo, lentos, seguros, hasta que lo veo entrar al living. Está ahí, parado frente a mí. Tiene los ojos cansados, el abrigo aún húmedo por la lluvia, y una expresión que no sé si es de preocupación o de enojo.
Yo sigo sentada en el sofá, abrazando mis rodillas, como si todavía necesitara esconderme del mundo.
Él no dice nada. Solo me mira. Y me basta es