Capítulo 29 Beta

Lisa

Estamos acostados en el sofá. No sé cuánto tiempo llevamos así, pero no quiero moverme. Estoy sobre él, con la cabeza apoyada en su pecho, y sus dedos juegan con mi pelo, despacio, como si tuviera miedo de romperme. Cada tanto siento cómo respira, cómo el aire se le escapa entre los labios, tibio, tranquilo. Y por primera vez en mucho tiempo, me siento a salvo.

Él no dice nada. Solo sigue acariciándome el cabello con una paciencia infinita. Cierro los ojos y dejo que el silencio nos envuelva. Puedo oír su corazón latiendo bajo mi mejilla, constante, firme, y me aferro a ese sonido como si fuera el único lugar seguro del mundo.

De repente, suena su teléfono. El ruido rompe la calma y me hace reír sin querer.

—Tu teléfono es experto en interrumpir momentos tiernos —le digo, sin moverme.

Christian deja escapar una sonrisa.

—Sí —responde—. Hay veces que quiero romperlo contra una pared.

Ambos reímos bajito. Él saca el teléfono del bolsillo de su pantalón sin dejar de sostenerm
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