No sé cuántas veces me he despertado últimamente con esa sensación de asco en la boca. Como si algo se revolviera dentro de mí, retorciéndose, subiéndome por la garganta sin aviso. Hoy fue la tercera mañana consecutiva en la que corrí al baño apenas abrí los ojos.
Vomité bilis. Solo bilis. Porque no había comido nada la noche anterior. Ethan se había marchado otra vez, y yo me quedé sola, llorando en la ducha con el agua fría porque se habían terminado el gas y el dinero.Pensé que era estrés. Pensé que era culpa. Pensé muchas cosas menos lo obvio.Me miré en el espejo mientras me lavaba la cara. Los ojos hinchados. Las ojeras marcadas. Las mejillas pálidas. Me veía como si llevara meses arrastrando una enfermedad.Y tal vez sí. Pero no era una enfermedad cualquiera.Era amor. Era Ethan.Y lo estaba matando lentamente.---Cuando volvió esa noche, traía un paquete de cigarrillos a medio abrir y los ojos alg