Lautaro se acomodó en el sillón con una almohada bajo el pie vendado. Tenía la pierna en alto, según las recomendaciones del médico. Jenifer se sentó a su lado, llevándose una frazada liviana y un bowl de pochoclos que Gabriela les había preparado. Era sábado, pero no parecía una tarde cualquiera. En la pantalla del televisor, la transmisión en vivo desde el estadio mostraba un cielo gris, nublado, y tribunas colmadas.
—¿Estás nervioso? —preguntó Jenifer, apoyando su cabeza en su hombro.
—Mucho —respondió Lautaro, sin despegar la mirada de la pantalla—. Este partido es clave.
En el estadio, se sentía la tensión. El equipo rival era el favorito del torneo, con cinco títulos consecutivos. Con Lautaro en cancha, la historia podía ser distinta. Sin él, nadie sabía qué esperar. Los comentarios del relator eran sinceros:
—Hoy, la Escuela San Martín enfrenta al gigante del torneo. No está su número 17, Lautaro, figura indiscutida. Habrá que ver si Tiago, quien vuelve al once inicial, puede l