El sol se escondía detrás de los edificios, tiñendo el cielo con tonos naranjas y violetas. La ciudad parecía más tranquila que de costumbre, como si incluso el ruido hubiera querido darles un respiro. Lautaro estaba en su habitación, mirándose al espejo. Hacía tiempo que no se preparaba para salir con tanta calma. No era una cena cualquiera. Era una cita con las dos personas más importantes de su vida.
Suspiró, acomodó el cuello de su camisa y se miró otra vez.
—Nunca pensé que iba a estar nervioso por esto —murmuró, medio riéndose.
Desde el living, la voz de la tía Gabriela lo hizo reaccionar.
—¡Lautaro, apurate que las chicas ya están listas! —dijo con tono divertido.
Él asintió y agarró la campera.
Cuando salió, se quedó sin palabras.
Erica estaba de pie junto a la puerta, con un vestido sencillo color vino, su cabello suelto cayéndole sobre los hombros. Jenifer, a su lado, con un pantalón claro y una blusa azul que hacía resaltar sus ojos. Ambas sonreían con timidez, pero había a