Zúrich. 8:14 a.m.
Hospital Montclar – Sala de observación pediátrica
—¿Mamá Vale? —La vocecita de Clara rompió el silencio mientras Valeria le ajustaba con cuidado el suero intravenoso.
Valeria no respondió de inmediato. Tenía el rostro pálido, el cabello recogido de cualquier manera y unas profundas ojeras bajo los ojos. Pero cuando la niña volvió a llamarla, con esa ternura inocente que no sabía de conspiraciones ni traiciones, sonrió.
—Aquí estoy, corazón —susurró, dándole un beso en la frente—. Todo va a estar bien. Te lo prometo.
Afuera, el sol comenzaba a filtrarse por los ventanales del hospital privado donde, por fin, Clara estaba segura. O al menos eso creían.
Horas antes
Espacio aéreo entre España y Suiza
—Tenemos turbulencia suave, pero todo bajo control —informó el copiloto a través del intercomunicador.
Lo que no decía era que el protocolo de seguridad había sido activado hacía diez minutos. Uno de los médicos escolta —el Dr. Lucas Bejarano, con credenciales impecables— n