La luz del sol apenas se filtraban entre las cortinas, Mari dormía plácidamente sobre el pecho de David, cuando él se despertó.
Él la observó por largo rato, su respiración lenta y constante, sus largas pestañas cerradas, sus labios rosados ligeramente abiertos, seductores e incitantes, el corazón de David le latió con fuerza.
¡Era cierto! Finalmente, ella era suya.
Con mucho cuidado de no despertarla, David intentó levantarse en silencio, deslizándose lentamente, pero Mari se despertó.
— Oye… — Musitó Mari medio somnolienta. — ¿Qué haces? ¿Ya piensas abandonarme?
— Lo siento, no quería despertarte… — Alegó David, dándole un suave beso en la frente a Mari.
— ¿Ya te vas? — Ella se estrujó los ojos, al tiempo que veía como él recogía el reguero de ropa.
— Tengo un asunto muy importante que atender… — Contó David.
— ¿Con quién…? — Mari levantó la vista con curiosidad, cuando David ya se estaba vistiendo. — ¿Qué piensas hacer?
— Voy a romper mi compromiso.
Mari sonrió automátic