Los últimos días habían sido un torbellino de emociones y sorpresas con el avance de las investigaciones hacia Daniel y Kelly, pues la red mentiras poco a poco se iba destapando, pero en medio de todo ese caos había alguien que se había convertido en un soporte firme, constante e implacable para Mari: David.
Él ya no se limitaba a aparecer esporádicamente, cada día David encontraba maneras de pasar más tiempo con Mari, con los niños, ayudando en lo que podía, siempre atento, siempre presente y con la misión de protegerlos.
Y no era solo protección lo que él entregaba, sino también cuidado genuino, esa sensación de seguridad que Mari no había encontrado en Daniel y que con David ahora se volvía tangible, diaria, inevitable.
— Mari… — David apareció en el comedor seguido de Dante y Mario arreglados. — Hoy me adelanté y ayudé a los niños a alistarse… Espero que no te moleste.
— No, no me molesta… — Mari sonrió automáticamente, sintiendo un calor subir por su rostro. — Gracias, David…