Capítulo 45 — Siempre te amaré

Por primera vez, él se sintió el hombre más afortunado del mundo y después de un largo suspiro, se abalanzó sobre ella, besándola una vez más.

Piel contra piel, caricias contra caricias, David la besó por el cuello, por el pecho, succionando con suavidad la punta de las pequeñas montañas erguidas de Mari, ella comenzó a arquearse, su cuerpo pedía más, al tiempo que emitía pequeños gemidos.

Una de las manos de David, bajó lentamente, concentrándose en el centro de ella, en dónde la acarició con suaves círculos, Mari se aferró a las sábanas, enterrando las uñas, al tiempo que comenzaba a mordisquearse el labio para no gritar.

Los movimientos de David se agudizaron, sus labios succionaban con más fuerza los pechos de ella, su lengua jugueteaba con la punta.

El calor dentro de ella iba en aumento, su cuerpo se estremecía y se agotaba al ritmo de la mano de David, sus pequeños gemidos contenidos lo enloquecían a él, hasta que el centro de Mari estalló, arrancándole un pequeño grito.

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