David observaba fascinado el tamaño y los lujosos acabados de esa imponente mansión.
Él también venía de una familia muy bien acomodada, pero David estaba muy consciente que la familia de su amiga, Marianella, los Collins Sinclair, eran de otro nivel.
Mientras esperaba a su amiga, David se levantó y comenzó a caminar por la sala, mirando los cuadros, las fotos familiares, Mari más pequeña era tan adorable, siempre vestida de princesa.
David sostenía la foto en su mano al tiempo que sonreía, pensativo, cuando escuchó unos susurros que provenían de una puerta cercana, con curiosidad, él dejó la foto de Mari en su lugar y se acercó.
— Eres muy joven para que estés recibiendo visitas de chicos… — Murmuró la gruesa vos de un hombre.
— Ay, papá, ya estoy bastante grande y David… Él solo es un amigo… — Gimió Mari.
David podía reconocer su voz a kilómetros, hubo un momento de silencio.
— Bien, ve… Pero Mari, escucha esto… — El padre de Mari sonó más serio, era un hombre muy temido por