David no la besó, él la apartó, quizás lo que Mari pensó que él podría sentir por ella, era una ilusión.
En realidad, era lógico que David hubiera actuado así, ¡Él era su cuñado! ¡Era una locura! Era imposible algo entre ellos.
Con dolor y frustración, Mari asumió que David debía alejarse y hacer su vida, era lo mejor, mientras tanto, Mari solo tenía que concentrarse en reconstruir su vida sola con sus hijos.
Pero… ¿Qué hacía ahora Mari con todo lo que había comenzado a sentir y que le cavaba adentro de su pecho, como un profundo agujero?
Luego de tomarse algún tiempo para recuperar la compostura, Mari se asomó de nuevo al patio para buscar a sus hijos.
Ya todos terminaban de poner la mesa y se acomodaban para comer la parrilla que Daniel había hecho, como si fueran una normal y tradicional familia amorosa.
— ¡Mami, ven, te guardamos un puesto! — Los niños comenzaron a jalonearla, sonrientes y emocionados.
Mari no tuvo otra opción más que salir y simular, como siempre lo hac