La cara de tristeza y decepción de Mari era toda una poesía para Daniel, era perfecto, su esposa estaba herida y él estaría allí para consolarla.
Últimamente, todo le estaba saliendo bien.
— Mari, ¿Te sientes bien? — Con una lastimera sonrisa, Daniel intentó acercarse más, pero Mari ni siquiera se volteó para mirarlo cuando ella avanzó hacia David y Soleil, ignorándolo por completo.
— Mari… — Murmuró David, sorprendido, cuando vio a Mari caminando directo hacia ellos.
— Necesitamos hablar… — Soltó, Mari, apenas tuvo a David al frente.
— Señora Banks… — Soleil se levantó de inmediato, interponiéndose en el camino entre Mari y David. — Como puede ver, accedí a lo que usted me pidió y estoy usando una ropa más acorde a sus estándares… Lo hice por David… — Mari arrugó el entrecejo de inmediato. — Espero que no me vuelva a atacar, ni a regañar, yo no estoy aquí para hacer enemigos, señora Banks, ni para hacerla sentir incómoda, yo… Solo quería pasar tiempo con mi prometido….
Soleil